En el marco de la semana de la Planificación Urbana, el académico Giovanni Vecchio nos entrega esta columna, donde reflexiona acerca de cómo vemos, pensamos y usamos la ciudad, a propósito de los recientes Juegos Panamericanos.

Gracias a los Juegos Panamericanos, miramos Santiago con otros ojos. Las calles, normalmente congestionadas, por un domingo se llenan de maratonistas, ciclistas e hinchas. Las instalaciones del Estadio Nacional se transforman en un gran parque abierto a toda la ciudadanía, donde asistir a alguna competencia o simplemente pasear y disfrutar el aire de fiesta de los juegos. Y también miramos Santiago a través de los ojos de los atletas panamericanos, que en sus reels se muestran fascinados por la Cordillera, las instalaciones de los juegos, el Metro de Santiago y los nuevos buses de dos pisos.

Los Juegos Panamericanos transforman muchos espacios de la ciudad. No se trata solo de la infraestructura que se quedará, como el complejo deportivo del Estadio Nacional o las nuevas viviendas de la Villa Panamericana. Como demuestran los eventos deportivos realizados en lugares abiertos, espacios como avenidas, parques y ríos por unas horas se pueden transformar en infraestructura para el deporte, mostrando el potencial que espacios tan cotidianos pueden tener para la actividad física y la recreación de las personas. Esta transformación no es totalmente inédita: Bogotá la promueve desde 1974; la CicloRecreoVia cierra algunas calles de Santiago Centro y Oriente en las mañanas de los domingos; y a estas hace algunos meses se suman las Calles Abiertas Familiares promovidas por el Gobierno Regional en varias comunas de Santiago. Pero es distinto ver en la televisión abierta que estas calles pueden tomar vida y transformarse en espacios para la fiesta deportiva, mostrando a todos que es posible utilizar las calles para más que la simple circulación de vehículos.

Siempre hay riesgos en los megaeventos, y las ciudades lo saben. Rio de Janeiro, Atenas y Beijing son solo algunas de las ciudades que, después de enfrentar enormes costos, han abandonado las infraestructuras construidas para los Juegos Olímpicos. Pero las competencias realizadas en las calles de Santiago muestran otra realidad, con los espacios cotidianos de la ciudad que se transforman y tienen más de una función. El espacio es uno de los bienes más escasos que tengamos en las ciudades y los Juegos muestran, una vez más, como de lunes a viernes entregamos este bien tan preciado casi exclusivamente a los vehículos.

Por esto, es importante que los espacios de la fiesta deportiva sigan disponibles para la ciudadanía también cuando los Juegos se irán. Además de abrir las puertas de las nuevas instalaciones deportivas, es esencial poner también las calles a disposición de cada habitante, promoviendo su uso como espacio público por lo menos en los días feriados. Tendremos así espacios que promueven no solo la actividad física y el bienestar de las personas, sino también la vitalidad de una ciudad que de otra manera se volvería a apagar.

Fuente: www.eldesconcierto.cl 

Columna | «La ciudad en juego» por Giovanni Vecchio para El Desconcierto