La Revista Planeo N°62 aborda el trabajo de Creo Antofagasta, una iniciativa de valor social, donde la institucionalidad pública, privada, la ciudadanía y la academia convergen para impulsar el desarrollo urbano de la ciudad. Uno de los ejemplos concretos de este estilo de trabajo se constata en la transformación de la escuela municipal República de Estados Unidos, en el centro de Antofagasta, donde se renovaron tanto el patio —con mobiliario de caucho reciclado, juegos inclusivos y control de polvo— como las salas de clases, incorporando paneles acústicos, ventanas de doble vidrio y tecnología fotocatalítica para mejorar la calidad del aire y potenciar el aprendizaje.
Creo Antofagasta es una iniciativa de valor social de Escondida | BHP donde la institucionalidad pública, privada, la ciudadanía y la academia se encuentran para buscar soluciones y contribuir al desarrollo urbano de la ciudad. Su metodología se basa en lo que definen como inteligencia territorial: comprender cómo viven, se mueven y se relacionan las personas, para desde allí diseñar espacios y activar comunidades.
Se trata de plataforma de articulación que impulsa proyectos con enfoque de equidad, sostenibilidad y participación, consolidándose como un referente en la transformación urbana de la región. Revista Planeo N°62 profundiza en la iniciativa.
Nicolás Sepúlveda, gerente de Infraestructura de Creo Antofagasta, diagnostica que “Antofagasta enfrenta importantes transformaciones sociales, por lo que es necesario repensar los modelos de urbanismo, dejando atrás las lógicas centralizadas para avanzar hacia una construcción colectiva entre el mundo público y privado. Un enfoque que combine la participación ciudadana con el poder de la tecnología y el uso inteligente de los datos”. Este nuevo paradigma busca responder a las necesidades reales de la comunidad a través de soluciones innovadoras y colaborativas.








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Un ejemplo concreto de este enfoque es la transformación de la escuela municipal República de Estados Unidos, ubicada en el centro de Antofagasta. Este establecimiento, que participa en el programa Infancia Digital de Fundación Minera Escondida, se convirtió en un laboratorio de innovación urbana que incorpora principios de neuroarquitectura. En el patio central se instaló mobiliario fabricado con caucho reciclado proveniente de más de 2.300 neumáticos en desuso, creando zonas de juego seguras que promueven la economía circular. La explanada fue transformada con pinturas de piso que incluyen juegos educativos y circuitos coloridos con texturas y contrastes cromáticos diseñados para estimular el desarrollo sensoriomotor, especialmente de estudiantes dentro del espectro autista. Se incorporaron áreas verdes, un huerto escolar y la aplicación de ZeroSi®, un producto que reduce hasta en un 90% el polvo en suspensión. En las salas, particularmente en el laboratorio de computación, se instalaron paneles acústicos que disminuyeron la reverberación desde 1,5 a 0,6 segundos, se reemplazaron ventanas por unidades con doble vidrio hermético, se renovó el mobiliario con equipamiento ergonómico y se aplicó pintura con aditivo Photio, una tecnología fotocatalítica que reduce hasta en un 16% el dióxido de carbono del aire interior.
“El resultado es una escuela con elementos renovadores, donde el entorno físico potencia el bienestar y el aprendizaje. Es una intervención que devolvió la pertenencia a la comunidad educativa a través del uso de tecnologías innovadoras”, precisa Sepúlveda. Hoy, esta escuela es la primera de la región en cumplir con los estándares acústicos establecidos por el Ministerio de Educación y utiliza productos biotecnológicos de emprendedores locales como ZeroSi® y Photio, generando un círculo virtuoso a través del diseño con foco en la comunidad.


