Te invitamos a leer esta nota, publicada en noticias UC, que profundiza en los desafíos que plantea este cambio de paradigma y la urgencia de avanzar hacia políticas públicas que enfrenten de manera integral esta nueva configuración habitacional y urbana en el país.

Tras los resultados del Censo 2024, el boom del arriendo y de la construcción de edificios pensados como viviendas temporales, reflejan este cambio de paradigma de la sociedad chilena y su relación con lo que por años fue considerado un paso clave en el desarrollo humano: el anhelado -y ahora lejano- sueño de la casa propia.

Junto con este cambio en la tendencia de vivienda, en que cada vez más personas viven en un loop del arriendo, también ha llegado el achicamiento de veredas, pérdidas de parques y departamentos más pequeños, con tal de maximizar la oferta inmobiliaria pero no la calidad de vida urbana.

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Santiago Centro y sus múltiples estaciones de metro, edificios históricos, barrios patrimoniales, ve cómo cada día se asoman construcciones inmobiliarias modernas -y cada vez más reducidas-, destinadas a acoger la demanda de un espacio mínimamente cómodo, que cumpla con lo básico, por un tiempo. Pero ya no para siempre. Ya no como un hogar que se sienta propio. Actualmente, según cifras del Censo 2024, el 72% de quienes residen en esta comuna lo hacen hoy a través de arriendos, y no como dueños de esas casas o departamentos.

“En Chile, el arriendo crece con fuerza en las zonas metropolitanas, y sobre todo en los centros metropolitanos, donde hoy vemos que sí se ha transformado en la forma de residencia mayoritaria. El desafío es cómo construimos la ciudad con esa tendencia: porque junto con el aumento del arriendo, también crece la construcción de torres de departamentos, la precariedad del espacio público, la ausencia de parques, el achicamiento de la vivienda. Es decir, es una forma de planificación de la ciudad que arrastra hacia una vida urbana precaria”

Luis Fuentes, académico del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC.

Según el docente, Chile aún es un país de propietarios, pero las recientes cifras del Censo 2024 confirman una tendencia que para los expertos es preocupante, con una marcada alza del fenómeno del arriendo.

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Arriendo crónico 

Aunque el promedio nacional muestra un aumento importante del arriendo —de 17,7% en 2002 a 26,2% en 2024—, también es relevante la desigual distribución territorial de este fenómeno. En el Gran Santiago, por ejemplo, el porcentaje de hogares arrendatarios alcanzó un 33,1%, superando el promedio nacional. Sin embargo, dentro de la ciudad, son las comunas centrales las que concentran los mayores valores: Santiago (72%), Independencia (65%) y Estación Central (59,2%). 

En regiones, aunque en magnitudes menores, el arriendo también se vuelve relevante: en Valparaíso, la cifra comunal llega al 30,9%, y en el norte, Antofagasta e Iquique alcanzan 34,3% y 44,2%, respectivamente. Estas cifras se corresponden además con el crecimiento entre 2002 y 2024 de 12% a 19,9% de viviendas en departamentos, destacan desde el Observatorio del Arriendo del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC.

“Es un tipo de entorno residencial que se concentra en comunas y sectores específicos, configurando zonas marcadas por el crecimiento en vertical, cuya vida urbana se sostiene sobre una base de inquilinos que llevan años en este régimen, transitando de una vivienda arrendada a otra, en la misma comuna o incluso, en el mismo edificio. En muchos casos, no se trata de procesos voluntarios, dados por estilo de vida o ciclo familiar. Más bien, se trata de una condición de arrendatarios crónicos, cuya estabilidad residencial se ve continuamente desafiada por la dinámica misma del mercado, afectando directamente las trayectorias residenciales de los hogares, en un escenario donde las condiciones de acceso a la propiedad se han vuelto crecientemente restrictivas”, dice Felipe Link, investigador del IEUT y del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social.

Crecemos, pero ¿cómo crecemos? Desde el Obsercatorio del Arriendo del IEUT, consideran clave crear un sistema normativo en torno a este aumendo del arriendo y sus efectos en el diseño urbano.

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Hacia una nueva política habitacional

En este contexto en donde arrendar «no se trata de procesos voluntarios», existe una falta de regulación y supervisión del mercado de arriendo que para los expertos del IEUT constituye un problema ineludible. Con el crecimiento del fenómeno del arrendatario crónico, que evidencian las recientes cifras del Censo 2024, la magnitud de la tendencia es tal, que podría ser otro ingrediente en la sensación de crisis social que afecta la vida moderna, llevando a la interrogante: ¿hay un mayor desamparo cuando la persona arrienda?

«En muchos casos, no se trata de procesos voluntarios (…) Más bien, se trata de una condición de arrendatarios crónicos, cuya estabilidad residencial se ve continuamente desafiada por la dinámica misma del mercado, afectando directamente las trayectorias residenciales de los hogares, en un escenario donde las condiciones de acceso a la propiedad se han vuelto crecientemente restrictivas»- 

Felipe Link, académico del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC.

«El arriendo sigue siendo una relación frágil, concebida como un vínculo privado entre partes, sin mayores regulaciones ni protecciones. No existe un registro público obligatorio de contratos, protección de precios, ni resguardo efectivo frente a desalojos o aumentos abusivos. Esta falta de regulación y supervisión adecuada genera efectos múltiples. No sólo expone a los hogares a incertezas económicas y riesgo de desplazamiento, sino que también alimenta un mercado informal creciente, donde proliferan acuerdos precarios, subarriendos encubiertos, condiciones abusivas y hacinamiento, sin fiscalización ni garantías mínimas», reflexionan desde el IEUT.

En países como Alemania, España, Países Bajos, entre otros, se ha apostado por la construcción de un sistema de arriendo seguro y sostenible, junto al mercado privado, construyendo marcos normativos robustos para equilibrar los derechos entre arrendadores y arrendatarios.

«No es solo políticas de vivienda lo que requerimos, sino mas bien políticas que nos permitan construir y recuperar la ciudad, ya que el arriendo se vuelca preferentemente sobre espacios urbanos que hoy se encuentran muy deteriorados, como los centros urbanos de las áreas metropolitanas», añade Luis Fuentes, del IEUT.

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