El fenómeno más general es entonces que las reivindicaciones de la historia hoy ponen atención en los monumentos públicos. Y esto ocurre no sólo por nuevas discusiones culturales, sino también por la emergencia de ciudadanos más conscientes de su pasado, más atentos a los sentidos del espacio público y más críticos con el rol del Estado como soberano del patrimonio público. La vandalización al monumento de Baquedano –así como ocurrió con el de Francisco de Aguirre en La Serena, y tantos otros monumentos públicos en Antofagasta, Atacama, Maule y Magallanes– se desencadena además en un momento de crisis. Y es en momentos de crisis, tal como ha ocurrido en el pasado, cuando tienden a visibilizarse los monumentos públicos, sea por nostalgia ante su inminente pérdida o por desgaste como consecuencia de la pérdida de sentido.

El Mostrador: Baquedano y las disputas por el patrimonio