Una de las principales demandas del movimiento feminista hoy es el reconocimiento del rol que cumplen las mujeres en la vida pública y privada. Sin embargo, en Chile, la mujer pobladora es todavía invisibilizada por el debate público, ignorando su participación en la vida social, política y económica de los barrios ubicados en los márgenes de la ciudad. Estos barrios, como destacan estudios sobre la violencia contra la mujer y la monoparentalidad (Arellano, 2021; Ortega, 2014), son especialmente críticos en cuanto a la dominación y discriminación por género. Pese a ello, las mujeres de estos lugares históricamente han estado a cargo de sus hogares, del cuidado de sus familias y de la economía doméstica, además de hacerse cargo de problemas sociales y económicos de sus poblaciones, transformando la política y la institucionalidad de la marginalidad urbana en las últimas décadas. Esta situación se ha agudizado con la pandemia, pues se han reestablecido prácticas características de las poblaciones en los sesenta, sesenta y ochenta en nuestro país, con un fuerte discurso de autogestión reafirmado por el estallido social.
Si hacemos un repaso a la década de los cincuenta y sesenta, en el contexto de formación de las Poblaciones Emblemáticas, es posible detectar una sensación de “abandono estatal”. Durante la época, ese abandono se expresaba tanto en la precariedad material de la vivienda y del barrio como en la falta de equipamientos y servicios básicos para la vida cotidiana. Ante esto, las y los pobladores se reinventaron constantemente buscando estrategias para construir y organizar sus barrios, además de resolver problemáticas emergentes y específicas de sus territorios.
En este contexto, la figura de la mujer pobladora tomó un papel fundamental, ya que fueron las principales gestoras de instancias que les permitieron mejorar las condiciones de habitabilidad y calidad de vida de sus familias y vecinas/os. Esto, debido a que la mayoría de los hombres estaban enfocados en tareas productivas fuera del hogar, producto a las marcadas lógicas socioculturales patriarcales de la época (Massolo, 1994; Rodríguez & Arqueros, 2020).
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