En el Día de las Ciudades, el académico IEUT, Giovanni Vecchio reflexiona sobre nuestras ciudades y su adaptación al cambio climático.
El calor puede cambiar las ciudades tal como las conocemos. El aumento de las temperaturas y las olas de calor será una constante en los próximos años, afectando especialmente a las zonas urbanas. En estas áreas con alta concentración de edificios y escasez de áreas verdes, se forman islas de calor, lugares más cálidos que las zonas rurales. Según el Atlas de Riesgos Climáticos para Chile, en todas las ciudades del país aumentará el riesgo de islas de calor, con importantes consecuencias para la salud pública.
Las altas temperaturas y los riesgos asociados pueden cambiar el funcionamiento de las ciudades. Grupos de riesgo podrían salir menos de sus casas, afectando su bienestar. Más personas podrían optar por medios de transporte con aire acondicionado, como automóviles, lo que afectaría la movilidad y la calidad del aire. Muchos podrían evitar actividades al aire libre. Calles, plazas y parques podrían ser utilizados solo en las horas más frescas del día o directamente ser abandonados a favor de espacios cerrados, afectando de manera irreparable la vitalidad de las ciudades.
Es necesario adaptar las ciudades a la nueva realidad climática, en tres pasos. Primero, analizar el microclima de los barrios, identificando las áreas más afectadas por el aumento de temperaturas. Segundo, adaptar los espacios existentes, aumentando la sombra y reduciendo temperaturas mediante vegetación o materiales permeables. Tercero, diseñar nuevos edificios y calles que reduzcan las temperaturas y fomenten la circulación de aire. Es fundamental que las personas puedan seguir utilizando los espacios de la ciudad sin poner en riesgo su salud.
Herramientas para la adaptación al cambio climático no faltan. En Chile, cada comuna debe crear un Plan de Acción Comunal de Cambio Climático. Organizaciones como las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo y el grupo de ciudades líderes C40 Cities ofrecen manuales y reportes de buenas prácticas para orientar la acción a nivel comunal. Casi siempre, se trata de documentos dirigidos a instituciones municipales, pero la adaptación al cambio climático no es solo tarea del Estado y sus diferentes instituciones. Es esencial que los planes reconozcan el papel de actores públicos y privados, definiendo acciones y formas efectivas de implementarlas, con la participación de todos los actores que dan forma a las ciudades.