Edward Murphy académico de Michigan State University, se encuentra realizando una estadía en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC, donde ha podido profundizar acerca de las distintas investigaciones que lo conectan con Chile.

El profesor estadounidense Edward Murphy ha dedicado gran parte de su carrera a investigar acerca de las políticas de vivienda en Chile. Por esta razón ha visitado el país en reiteradas ocaciones. Tanto en 2022, como en el presente año, estas visitas han tenido cabida en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC. Donde ha participado de diferentes instancias, como por ejemplo, el Coloquio «Iniciativas y políticas de vivienda en la planificación de ciudades. Chile y Latinoamérica a mediados del siglo XX» dirigido por la académica Macarena Ibarra.

Desde el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC (IEUT), conversamos con él para conocer más sobre sus trabajos de investigación, motivaciones y reflexiones sobre su estadía en Chile.

¿Cómo ha sido su estadía en el IEUT?

– Para mi es un placer estar acá en el Instituto porque allá en la Universidad Estatal de Michigan, donde trabajo, hay casi 3.000 profesores en toda la universidad, y sólo 3 trabajan en temas de Chile, así que mientras estoy acá y sobre todo en un centro urbano, tengo la oportunidad de conversar con una gran cantidad de personas, sobre asuntos urbanos de Chile, lo cual es un gran agrado para mi. No tengo que explicar que Chile es un país con una geografía loca en América del Sur, ni tampoco que ha tenido una historia muy inquieta recientemente, así que he podido tener conversaciones más avanzadas y específicas.

En marzo participó del Coloquio «Iniciativas y políticas de vivienda en la planificación de ciudades. Chile y Latinoamérica a mediados del siglo XX» cuéntenos sobre eso…

-El año pasado la Dra. Macarena Ibarra y el Instituto me habían invitado a compartir con las investigaciones que tienen que ver con el proyecto Fondecyt “Vivienda y Urbanismo: Una revisión crítica de la emergencia y desarrollo de ´la ciudad planificada´ en Chile 1936-1973,” y en esa estancia también hice una charla. El coloquio formó parte de esta conversación. Un tema muy notable del proyecto es que tiene que ver con momentos históricos sumamente importantes en la historia de Chile y en la historia urbana del mundo. Fue un momento modernista ambicioso, con la idea de hacer cambios profundos a través de la planificación urbana. Había una promesa y una posibilidad de cambiar el tejido urbano, lo cual significaba cambiar la sociedad y la política.

En ese periodo los planificadores y arquitectos no pudieron cumplir con lo que realmente querían hacer: formar ciudades más integradas y más justas que funcionaran mejor. Muchas personas vinieron del campo a las ciudades, había un aumento explosivo de la población, y una desigualdad muy fuerte, con muchas personas no empleadas o sub-empleadas. Sin embargo, de esa promesa de cambiar la sociedad, se formó una base importante del ámbito sociopolítico, contribuyendo a la movilización de la ciudadanía, particularmente para grupos como los pobladores sin casa. La época, entonces, es notable por una expansión del Estado y el crecimiento de los planes del desarrollo, pero también por muchas movilizaciones y actos no previstos, una contradicción que fue muy productiva y fomentó muchos conflictos.

Hay razones para criticar a los planificadores modernistas, incluyendo el hecho de que muchas veces hicieron sus planes y sus diseños sin reconocer suficientemente la complejidad del tejido social, y que dieron por sentado la idea de que la familia tradicional heteronormativa fue la base de la sociedad. Pero formaron parte de una política basada en algunos ideales, incluyendo la idea de que la ciudadanía tenía el derecho a una sociedad más digna, más justa, y más integrada. Para mi el proyecto Fondecyt -de la profesora Macarena Ibarra- es sumamente importante porque aborda estos temas y el equipo está encontrando varias fuentes nuevas y estudiando casos poco conocidos, incluyendo muchas investigaciones fuera de Santiago, la ciudad que ha dominado a Chile no solamente en términos sociodemográficos y políticos, sino que también en términos del entendimiento histórico. Nos falta mucho por entender las décadas antes del golpe del estado, un momento tan polarizado, tan explosivo, tan ambicioso, y tan esperanzador, y este proyecto nos va a ayudar enormemente.

¿Cómo todo lo abordado en estos procesos y reflexiones se refleja en el presente?

-Por un lado, las huellas de la época de los 50, 60 principio de los 70 perduran en muchos sentidos en chile, primero se puede notar que muchos de los planes, de los proyectos más grandes aún están aquí en la ciudad. Por ejemplo, tenemos acá en el campus de Lo Contador una vista del cerro San Cristóbal, que fue uno de los proyectos de la época y es un parque maravilloso. Pero quizá más importante que los proyectos que quedan, es la visión de una sociedad más digna, más justa, y más integrada que formó parte de los planes y movilizaciones de la época y es una visión que perduró en el estallido social y ahora en la posibilidad de construir una nueva constitución, a pesar de nuevos entendimientos y visiones.

¿Nota diferencias en el contexto social y político de Chile entre sus visita de 2022 y este año?

-Yo creo que la derrota del plebiscito ha cambiado mucho el entorno social y político del país. En ese momento cuando yo estaba acá (agosto 2022) había mucha expectativa sobre el plebiscito, aunque algunos ya habían planteado la posibilidad de una derrota de la propuesta, había dentro de los sectores que apoyaron esa nueva constitución, la idea de que la propuesta iba a ser aprobada, y todavía se sentía la energía del estallido, de protesta, de movilización, y de esperanza. Pero lo que se nota ahora es un contexto mucho más conservador y mucho más reaccionario, dónde hay miedo de la delincuencia, de la movilización, y quizás incluso de la posibilidad de hacer cambios. Yo veo muchos ecos en el presente del pasado, cuando las expectativas y posibilidades de los grandes proyectos y actos de cambio se convirtieron en la polarización y el miedo, y, al final del cuento, en una política reaccionaria y autoritaria, con una ciudadanía más callada e individualista. Obviamente, es muy distinto hoy de lo que sucedió en 1973, pero se nota varias similitudes que son preocupantes.

Sabemos que se encuentra trabajando precisamente en una investigación acerca de la Villa San Luis ¿Por qué el interés en este proyecto?

-La investigación se llama “La Villa San Luis: Un proyecto habitacional modernista y una ruina neoliberal en Santiago de Chile”. El caso es muy emblemático de los cambios que habían sucedido en Santiago y en muchas ciudades en el mundo desde los 60. En primera instancia durante los últimos años de los 60, La Villa San Luis fue un proyecto habitacional modernista, ambicioso, y muy grande, diseñado para 70 mil personas, justamente en Las Condes con la idea de formar una ciudad más integrada. Bajo el gobierno de Allende, cuando el proyecto fue construido solo en parte, 6 mil pobladores que vivían en campamentos cercanos se mudaron al conjunto, formando una parte del intento del gobierno de la Unidad Popular de proveer viviendas en altura para los pobladores. Pero entre 1976 y 1980, la dictadura echó a la mayoría de los pobladores del lugar y abrió un espacio para un gran desarrollo inmobiliario, un proceso emblemático de lo que David Harvey había llamado la acumulación por la desposesión, un rasgo fundamental de la re-estructuración urbana neoliberal. Durante los últimos años, varios pobladores de la Villa San Luis han logrado convertir el último edificio de la Villa, hoy día una ruina, en un museo, un gran logro en la memoria histórica del país. El caso de la Villa San Luis es emblemático de varios cambios y procesos fundamentales para entender la historia reciente urbana de Chile, también es un sitio que aborda varios temas conflictivos y centrales. ¿Sería posible reconocer lo que había pasado a los pobladores de la Villa San Luís como un caso de violaciones de los derechos humanos? ¿Cómo se puede convertir un sitio de La Villa San Luis en un museo de memoria y cuáles son los tipos de reparaciones que merecen los ex pobladores de la Villa San Luis? Las respuestas a estas preguntas tienen resonancia fuera de Chile, en un momento cuando el reconocimiento de nuevos tipos de violaciones y violencias marca los conflictos sobre la memoria histórica y la justicia social.

¿Cuáles otros proyectos está desarrollando?

-El otro proyecto que estoy haciendo se llama “Los pobladores y la red: las ecologías políticas de la electrificación en Chile (1960-2020)” y rastrea cómo los pobladores habían conseguido tener electricidad en sus casas durante los últimos 60 años y como este cambio está relacionado con cambios en la red eléctrica en Chile. Hacia finales de la presidencia de Salvador Allende, había más o menos 400 mil personas viviendo en campamentos en Santiago. La gran mayoría de ellos tenían un derecho a su sitio y un título de propiedad, pero no tenían acceso a servicios entendidos como básicos, incluyendo la electricidad. Bajo la dictadura, estos pobladores no tenían muchas posibilidades para protestar o afirmar que tenían derecho a la electricidad y tuvieron que tratar de conseguir la electricidad escondidos, sacando la electricidad “colgados,” lo cual fue peligroso. A la misma vez, la dictadura quería privatizar y expandir la red eléctrica, enfatizando la necesidad de tener una red segura, en la cual expertos en desarrollo, privatización, y seguridad trabajaron juntos para vigilar a los pobladores y establecer una red con consumidores pagadores.
Es una historia poco conocida y reconocida que muestra como la electricidad se convirtió solamente en un bien del mercado y no en un derecho, expandiendo el endeudamiento de los pobladores y colocando la red eléctrica en la esfera de la seguridad y la criminalización. Este proceso sigue siendo importante, en un momento cuando ya se está intentado a desarrollar una red eléctrica que sea más justa y ecológicamente sostenible.

Edward Murphy “Las huellas de la época de los 50, 60 principio de los 70 perduran en muchos sentidos en Chile”