Macarena Ibarra, nuestra académica y profesora IEUT UC, nos cuenta en este día tan especial para nuestra disciplina, la importancia de vincular la historia con los temas urbanos y territoriales. También nos adentra en los orígenes del Urbanismo a nivel nacional e internacional, y por qué hoy es tan importante volver a revisar cuáles fueron esas dos necesidades sociales que hicieron surgir la disciplina, hoy en contextos de déficit habitacional y pandemias como el Covid-19.
Macarena Ibarra es profesora en nuestro Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC. Es historiadora UC, MA University of Leeds y PhD, University of Cambridge, Reino Unido. Y se ha destacado por vincular, con astuta relevancia para nuestros días, el trabajo de investigación histórica con el interés por la ciudad.
“Las ciudades no nacieron hoy. Han sufrido transformaciones en términos de procesos físicos, también sociales y culturales. La ciudad que tenemos hoy, no es la misma que tuvimos. Esa sensibilidad respecto a la historia de la ciudad me parece que es fundamental. Y así como los historiadores decimos que se entiende el pasado por el presente y el presente por el pasado, el espacio actual es la huella que deja el rastro de la historia en la ciudad”.
Hoy, 08 de noviembre celebramos el Día Mundial del Urbanismo, y quisimos conversar con Ibarra para recorrer la perspectiva histórica del Urbanismo y la Planificación Urbana en Chile y el mundo.
¿Cómo vinculaste la formación como historiadora con el urbanismo?
Me di cuenta que el abordaje a la ciudad era ineludiblemente interdisciplinario, aunque fueran perspectivas históricas. Y que las piezas de la ciudad se tenían que leer con otros lenguajes, con esta multidimensionalidad que tienen. La ciudad es un objeto de estudio de muchas perspectivas. Y si bien siempre ha tenido un abordaje desde el punto de vista histórico, la manera de entenderla es desde su representación, desde su imagen y desde su espacialización. Incluyendo los procesos con los distintos actores que articulan y tensionan el espacio urbano.
Desde este vínculo entre historia y ciudad, ¿Por qué es tan importante investigar la historia de la Planificación Urbana en nuestro país?
Es importante porque nos remite a los procesos que han sido relevantes en los cambios, a sus funciones y usos originales, a sus cambios sociales, culturales territoriales. La historia entrega a la Planificación Urbana los insumos principales para comprender el espacio urbano en la actualidad y así poder revelar sus principales desafíos.
También porque nos lleva a conocer los distintos hitos de la historia de la Planificación Urbana, que son centrales, porque también van explicitando la forma en que se ha vivido en el mundo urbano. Entre 1870 y 1930 la ciudad latinoamericana era de una escala mucho menor. Hasta entonces, las ciudades chilenas no habían sufrido de grandes cambios demográficos. La capital chilena en 1910 tenía algo más que 320 mil habitantes y para 1940 ya alcanzaba 1 millón. Este crecimiento comenzó a exigir una planificación más racional, a través de instituciones y de una legislación adhoc. Desde la década de 1930 en adelante, la ciudad se masificó y gradualmente se encaminó a una escala metropolitana. A fines del siglo XX, ya se trata de una ciudad globalizada, y como lo advirtió W. Mitchell a fines de los noventa, las ciudades comenzaron a ser servidas “electrónicamente”. Todos esos cambios exigen distintas respuestas y desafíos que la Planificación Urbana debe ir asumiendo.
¿Qué contexto histórico precedió el nacimiento del Urbanismo?
En nuestra realidad regional, las ciudades latinoamericanas comienzan un crecimiento muy significativo en el período republicano, después de las independencias, cuando las ciudades se transforman en la cara visible de las nuevas repúblicas.
Como se ha dicho, a partir de 1870 comienza un crecimiento significativo. El crecimiento experimentado entre 1870 y 1930, dejó una serie de desafíos también en relación a la infraestructura urbana que no creció a la par con las ciudades. En ese periodo, previo a la emergencia de la disciplina, distintos especialistas comienzan a exigir nuevas respuestas a la ciudad. El círculo médico, alertado por las altas tasa de mortalidad, hacen un llamado de alerta para mejorar las condiciones de vida urbana. Los ingenieros sanitarios serían actores clave en llevar adelante mejoras de infraestructura, tal como poner fin a las acequias que acarreaban aguas contaminadas y avanzar con el proyecto de alcantarillado en la ciudad, de mejorar la gestión de las basuras y de extender el agua potable. Los arquitectos también se sumaron a estos debates, fundamentalmente a través del problema de la vivienda.
Pero más allá de la labor de estos profesionales, lo fundamental era que a nivel político se asumiera la necesidad de llevar adelante un urbanismo de Estado, hecho que surgió a fines de la década de 1920. Los primeros avances en esta materia en Chile surgieron justamente a raíz de los brotes epidémicos. Se vivía en ciudades insalubres que eran caldo de cultivo para la transmisión de enfermedades infecciosas, tales como la viruela o el cólera, entre muchas otras. De hecho, fue a propósito del cólera -que llegó a Chile a mediados de 1880- y que se propagaba rápidamente en ciudades, entonces con acequias, que se tomaron las primeras medidas desde el gobierno central por avanzar en la higienización de la ciudad. Este mismo episodio del cólera que ocurriera en Latinoamérica a fines del siglo XIX, había sido crítico medio siglo antes en Europa y en Estados Unidos, para avanzar institucional y legalmente en la higienización de ciudades.
¿Y cuándo nace finalmente el Urbanismo en Chile?
El crecimiento de las ciudades que he mencionado, su cambio de escala y su falta de infraestructura urbana, explica el nacimiento del urbanismo a fines de los años 1920 como una actividad profesional y pública. Hoy que se celebra el Día Mundial del Urbanismo, parece importante reconocer los orígenes de la disciplina. En Chile, en enero de 1929, la cartera de Fomento creó una Sección de Urbanismo, dependiente de la Dirección de Arquitectura, entidad que marcó el inicio de una institucionalidad a nivel central a cargo de las ciudades. De esta forma, el nacimiento de esta sección de urbanismo va a dar origen a la formación y al quehacer disciplinar.
Fue en el marco de la creación de la Sección de Urbanismo, que el gobierno contrató al profesional austriaco Karl Brunner, quien llegó a Chile en 1929 para hacerse cargo de esta entidad y también para cumplir labores de formación en la Universidad de Chile. Su rol en nuestro país también fue clave a través de la participación en la elaboración de los primeros planes de ciudades. De hecho, a este cambio ministerial, se sumaba el llamado a promulgar planes a las ciudades que sobrepasaban un cierto número de habitantes.
Entonces, este momento es fundamental en la cristalización de la disciplina que desde ese año contaba con una institucionalidad y legislación apropiada para asumir la planificación de ciudades chilenas. Desde entonces, se iniciaba la formación de la primera generación de profesionales chilenos.
¿Y qué necesidades fueron centrales impulsoras del Urbanismo en el país?
El hito histórico fundamental como antecedente al Urbanismo en Chile y en el mundo había sido la industrialización. Proceso incipiente en Chile desde 1850 y que tomó mayor ritmo desde 1870, que trajo consigo problemas de vivienda, tales como el hacinamiento, que bien ilustran ranchos y conventillos en el periodo, mientras se había evidenciado la falta de infraestructura urbana. En este sentido, el problema de la vivienda y de la salud pública, habían sido los ejes impulsores del urbanismo, sus piedras angulares.
Parece central entonces recordar que debemos mantener en consideración estas dos dimensiones como fundamentales dentro del ejercicio de la planificación urbana. Y el Covid volvió a poner, en todo el planeta este reto para el urbanismo. En el sentido de que la vivienda vuelve a ser un tema central, como propagador, como problemática, como una deuda no saldada que muestra su cara más cruda, incluso para hacer efectivas las cuarentenas y el distanciamiento físico y para cautelar la salud pública.
Creo que también conviene recordar el rol de esa primera generación de urbanistas latinoamericanos, a inicios del siglo XX. De hecho, fue el argentino Carlos Della Paolera, padre fundador de la disciplina en Latinoamérica, quien promovió el Día Mundial del Urbanismo a partir de 1949 para conmemorar las mejores condiciones para la ciudad y su vida cotidiana.
Y si revisamos los hitos del IEUT UC ¿Cómo nuestro Instituto ha sido clave en la consagración del Urbanismo Latinoamericano?
Lo ha sido en el contexto de estas primeras generaciones de urbanistas en Latinoamérica. Sabemos que en la Universidad Católica se creó el CIDU (Comité Interdisciplinario de Enseñanza e Investigación de Desarrollo Urbano) en el año 1965 , con un marcado carácter interdisciplinario, atributo que ha permanecido hasta hoy en la historia del Instituto. Dos años más tarde, en 1967 dio origen a un primer programa de postgrado en Planificación de Desarrollo Urbano y Regional fundamental en la formación de especialistas latinoamericanos. Entretanto, el debate sobre la planificación urbana también tendría alcance regional, y este se vitalizaría más aún desde 1970 tras la creación de la Revista Eure.
En 1975, la fusión CIDU-IPU fue clave porque marcó el origen del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales como lo conocemos hoy, y ese origen tiene que ver con la fusión de estas dos entidades más que con la continuación del CIDU. Desde entonces, y en los siguientes cincuenta años, se consagró en este Magíster que pasó a llamarse Magíster en Desarrollo Urbano.
Pero hay un hito que también es fundamental y es la creación del Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente (MHM)en 1983. Es el primer Magíster en Medio Ambiente que se crearía a nivel latinoaméricano. En ese sentido, el Instituto fue pionero a nivel institucional, nacional e internacional con la UC, como una de las instituciones que lideró los temas ambientales desde entonces.
¿Cómo se posicionó en los años ochenta el tema medioambiental desde el IEUT UC?
La creación del MHM fue posible gracias a académicos del Instituto que lideraron trabajos precursores en materia de medio ambiente urbano. A través de sus investigaciones discutieron sobre la pobreza, los impactos ambientales y la calidad de vida urbana. Por ejemplo, Patricio Gross aportó con significativos trabajos, en coautoría con el historiador Armando Ramón, entre otros, al igual que Jaime Matas, Ricardo Jordán y Sergio Galilea, quienes habían puesto estos debates en perspectiva del contexto urbano y territorial en Latinoamérica.
Estos son solo algunos de los académicos cuyos trabajos acerca de los problemas ambientales en Chile tuvieron gran eco, no sólo como cuerpo docente de este novedoso magíster a nivel regional, sino porque materializó los esfuerzos del IEUT por sistematizar y debatir acerca de los problemas ambientales del país. Su impacto fue más allá de la academia y tuvieron un rol público. A menudo eran invitados por organismos técnicos para asesorar en la materia. Se puede decir entonces, que había una importante presencia pública.
Y desde una perspectiva histórica ¿Cómo debemos mirar ciudades y territorios?
En primer lugar, comprender ciudades y territorios desde una dimensión multidimensional, lo que implica convocar de manera permanente a diversos especialistas que lo podrán abordar desde diferentes perspectivas, lenguajes y métodos. Parte de esos especialistas son los historiadores, quienes deberán recordar y alertar sobre las funciones y usos originales sobre los mismos. También sobre las trayectorias sociales y culturales de sus habitantes. La ciudad y el territorio tienen una historia, un pasado que hay que considerar en su abordaje, en su gestión y, por supuesto, en su planificación.
Un fenómeno central que tampoco es nuevo, pero que ha tomado mayor fuerza en las últimas tres décadas es la participación de la ciudadanía en las decisiones sobre su territorio. Esto también es ineludible para la planificación y, en este sentido, debemos trabajar por mejorar estos procesos en diferentes temas territoriales. Un ejemplo es cómo la ciudadanía ha tomado cada vez un rol más protagónico en los procesos de patrimonialización, tanto en sus declaratorias como en su gestión. Si desde los años noventa los barrios pasaron a ser una bandera lucha contra fenómenos como el desarrollo inmobiliario, en los últimos tres años diferentes grupos de ciudadanos han puesto atención en los monumentos públicos buscando resignificarlos.
Por último, me parece importante volver a señalar que la historia puede dar ciertas lecciones. Como señalé, me parece fundamental plantear que para entender y gestionar nuestras ciudades actuales, debemos atender a su pasado, esto es, a sus procesos. También entender que en momentos críticos se han abierto debates sobre cómo planificarlas mejor. Si las propuesta de ciudad jardín a fines del siglo XIX, surgieron como respuesta a los problemas de la ciudad industrial, a fines del siglo XX nacieron una serie de preguntas sobre cómo planificar ciudades globales y con evidentes problemas ambientales, y hoy, en un planeta postpandemia, aún nos preguntamos qué lecciones nos dejó la pandemia. Algunos pensamos que, entre muchas otras, puso en el debate nuevos temas con perspectiva de género, tal como el de los cuidados. Ya veremos qué debates y propuestas surgen.