Quisimos compartirles esta conversación con el antropólogo social y profesor de nuestro IEUT UC, para conocer con profundidad el fenómeno de vandalización del patrimonio, una expresión que hemos visto no solo en Chile, sino también en otras partes del mundo durante los últimos años. Todo esto, a propósito de nuestra 4° Jornada de Investigación: «Las disputas urbanas del patrimonio. Nuevas prácticas, actores y discursos en el Chile post-estallido social», actividad que tendrá lugar el próximo 13 de diciembre, a las 13.00 horas, en Campus Lo Contador.
Urban Fallism es el nombre de un fenómeno relativamente reciente, visibilizado por Internet y que aparece a escala global con mucha expresividad en las últimas décadas, y que, en nuestra realidad próxima, ha mostrado distintos ejemplos de vandalización del patrimonio a lo largo del país durante y después del estallido social de 2019.
Pero, ¿qué hay detrás de estas expresiones que se han hecho cotidianas contra estatuas, espacios y monumentos en nuestras ciudades? Para hablar sobre este tema, conversamos con Christian Matus, antropólogo social y docente de nuestro Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, IEUT UC, quien este 13 de diciembre será parte de la 4° Jornada de Investigación: «Las disputas urbanas del patrimonio. Nuevas prácticas, actores y discursos en el Chile post-estallido social», la que se realizará en modalidad presencial en el Salón Sergio Larraín de Campus Lo Contador a las 13.00, y que contará también con la participación de las académicas IEUT UC, María Luisa Méndez y Macarena Ibarra.
¿De dónde surge el concepto Urban Fallism?
Empezamos a abordarlo en el marco del proyecto Mini COES, que se llama “Patrimonios en Disputa”, un estudio sobre cómo fue evolucionando la visión del patrimonio en Chile. Al comienzo fechamos este concepto desde el 2003 al 2021 y después lo fechamos más atrás aún, hasta fines de los 90’.
Sobre ese periodo fuimos caracterizando las etapas, cómo iba cambiando la relación de las comunidades con el patrimonio. Primero era una cosa de técnicos, después vienen los movimientos de defensa patrimonial de los barrios. Luego empiezan a surgir movimientos de activistas ambientales donde emerge el patrimonio natural. En algún momento también comienza a emerger una noción de patrimonio indígena que enriquece también este tipo de miradas del patrimonio.
Y vino el estallido. Entonces nos dimos cuenta de que era una etapa particular donde se empezaba a impugnar el patrimonio en el Espacio Público. Fue cuando llegamos al concepto. Nos dimos cuenta que este derribo de estatuas o monumentos públicos tiene una génesis que no es tan antigua. Primero en Sudáfrica. Tiene que ver con un enfoque decolonial, a través de la impugnación de las miradas hegemónicas de la historia que encubren que, en definitiva, la historia es una relación de poder asimétrica, por ejemplo, el derribo en un campus universitario donde se demolió la estatua de un antiguo conquistador. En el contexto post Mandela, todavía existían íconos que reflejaban una mirada de la historia que era parcial e impuesta por los blancos hacia los sudafricanos.
Como esto es un movimiento local- global, también se empiezan a dar estos movimientos en el Black Lives Matter, que es el movimiento afroamericano en las ciudades americanas, y se comienzan a derribar los monumentos de héroes esclavistas en Estados Unidos que seguían en la historia del patrimonio público.
Otra mirada, propiamente latinoamericana es impugnar los relatos Colonialistas de élites eurocéntricas, que siempre instalaron en el espacio público de la monumentalidad la idea de los conquistadores. Por ejemplo, los gobernadores que fundaron nuestras ciudades. Eso se vio en el Estallido: el derribo de un Pedro de Valdivia o Francisco de Aguirre en La Serena, donde hay una excelente tesis hecha por Camina Sepúveda sobre los elementos de derribo. Ahí hay una bajada nacional hacia este fenómeno de decolonialismo, a este impugnar el relato de la historia.
Y si tuviéramos que fechar muy concretamente este fenómeno en Chile, ¿surge en el 2019 o venía de antes?
En términos masivos, de octubre a diciembre en cada ciudad capital de región en Chile, acontece este derribo de estatuas. En las plazas públicas, fundamentalmente lo que nosotros llamamos las Plazas de Armas o Plazas de independencias, es probable que anteriormente hayan existido hechos más aislados, pero cuando adquiere una potencia es cuando se visibiliza a través de internet.
Esto coincide con los estallidos urbanos en el contexto de los últimos años. Se dice que del 2019 al 2020 hubo como 60 estallidos sociales en el mundo. La anterior era como del 2010, 2011 que incluso agarró la Primavera Árabe. Hay ciclos de estallidos en el mundo que son cada vez más recurrentes.
Bueno, en este último periodo de estallidos el tema del Urban Fallism –que sería el derribo o impugnación de los relatos históricos plasmados en estatuas- tiene carácter masivo. Entonces, en Colombia, en el movimiento de protestas de estallido estudiantil colombiano también hubo derribamiento de estatuas. Que son figuras masculinas, de líderes, conquistadores a nivel de ciudades, quienes de alguna forma marcaron la construcción de las ciudades.
De acuerdo con la investigación realizada, ¿cómo fue el levantamiento de información en torno a los discursos?
Hay un informe del Consejo de Monumentos respecto a vandalización. Pero nosotros tratamos de ir más allá de ese concepto, y desde una perspectiva más antropológica, quisimos leerlo como una resignificación y apropiación de monumentos públicos, con fenómenos concentrados en las zonas de las ciudades donde hubo más derribo y ver qué acontecía ahí.
Un gran escenario de estudio fue la tesis de la alumna del Magíster en Desarrollo Urbano, Camila Sepúlveda, y también retomando cosas que había hecho Claudio Alvarado Lincopi en el doctorado de la Facultad (Colectivo Historia Mapuche), donde se empezó a hablar de Urban Fallism, en relación con el derribo de estatuas en La Araucanía y en territorio Mapuche.
De esta forma, leyendo estas producciones paralelas comenzamos a indagar: en el caso de la Serena, Camila dio cuenta de cuatro tipos de prácticas: intervenciones de las estatuas, mutilaciones, derribos y la contrapropuesta a lo menos provisoria de una estatua, lo que se llama un contra monumento. Donde entran los movimientos urbanos feministas a participar en la intervención de estos monumentos, con toda la lógica de que dichos monumentos también son patriarcales, hay una figura masculina impuesta que invisibiliza a mujeres y pueblos originarios, entonces hay una interseccionalidad en esa crítica.
Es interesante ver en La Serena, una ciudad muy clásica, donde los monumentos son tradicionales, intervenidos por colectivos feministas, con pañuelos verdes, con ojos con sangre, con carteles y conciertas consignas. Hay una apropiación al intervenir esa corporalidad, ese monumento otro y ocuparlo como un cartel para plantear ciertas demandas.
Hay mutilaciones también, se rompen, mutilan y derriban las estatuas. Se genera como un producto artístico, una performance sobre cómo de derriba.
En Temuco, por ejemplo, se decapitó a Pedro de Valdivia, y se dejó la cabeza en otra estatua donde está Caupolicán. Es muy significativo cómo se derriba, a quién se derriba, y cómo se genera ese relato, esa intervención. No basta con esa mirada de la vandalización del Consejo de Monumentos Nacionales.
La cuarta práctica, del contra monumento, es muy interesante, porque da cuenta de cómo el estallido visibilizaba conflictos regionales y también esta mirada feminista. Ahí lo que se hizo fue una estatua provisoria que se llama Milanka, que es una apropiación de la cosmovisión Diaguita, donde se localiza el conflicto Pascualama, y existe todo un grupo de ecologistas que participaron del Estallido. Fueron ellos quienes armaron este monumento provisorio, símbolo del estallido en La Serena y que se puso en el Museo al Aire Libre.
Y, ¿qué podrías comentarnos sobre el significado de estas expresiones? ¿Qué hay detrás del fenómeno explícito de la vandalización?
Hay toda una lógica de construcción de significados alternativos. Como venimos de disciplinas distintas, la pregunta es respecto a si hay un malestar con este patrimonio hegemónico de determinados grupos: pueblos originarios, organizaciones feministas, identidades regionales, donde se impone desde lo nacional esta identidad marcada por gobernadores, héroes, militares.
Y cabe preguntarse ¿Qué pasa con el espacio público y el patrimonio? ¿Tenemos que re-patrimonializar? O Hacer monumentos más plurales que den cuenta de la historia. Pero también está la interrogante sobre el mismo monumento, si también es colonial y patriarcal la idea de monumento. Y ¿qué pasa con el espacio público? Si ahí pasaron cosas, ¿Tenemos que rememorarlas?
En el fondo, viene a renovar la mirada respecto al patrimonio esta etapa post-estallido y que no hay un consenso social respecto a ciertos relatos fundantes de nuestra sociedad chilena, y en particular en cómo se plasma en nuestras ciudades desde un relato regional y local.